viernes, 11 de noviembre de 2011

Educación Pública vrs. Privada

Actualmente vivimos en una Costa Rica muy dividida, cada grupo vive en su propia burbuja sin conocer lo que pasa a su alrededor y la situación se va agravando con las recientes generaciones. Creo firmemente en que esto tiene mucho que ver con la separación entre las personas que reciben una educación pública y una privada.
Hace algunos años, el sistema educativo nacional era muy distinto. No me resulta posible comprobar si era de mejor calidad que ahora, pero lo que sí puedo afirmar era que había mayor igualdad. Mis padres me cuentan como los hijos del diputado, del sastre, del doctor o del peón de la finca, asistían todos a la misma escuela. De esa forma, a pesar de existir notables diferencias como el hecho de que unos tenían zapatos y otros iban descalzos, entre otras cosas, eran protagonistas de una misma realidad.  Compartían los mismos intereses y, sobre todo,  tenían la oportunidad de conocerse.
En la actualidad la división existente ha hecho que desde pequeños crezcamos en una realidad totalmente distinta del otro. Unos niños aprenden en una escuela tres idiomas mientras que otros a duras penas aprenden adecuadamente el español.  Sin embargo, los resultados de la educación, académicamente hablando, no es el problema al que quiero referirme. Me quiero referir al hecho de separar nuestra sociedad desde  su forma más básica: la educación. Nos hemos impedido conocernos y eso trae serias consecuencias.
En algunas esferas de la sociedad he observado como muchos individuos tratan de salirse de esas burbujas sociales en las que nos hemos encerrado. Por ejemplo, están los esfuerzos de algunas personas, llamémoslo del sector de la educación privada, por ayudar a sectores de clase baja. No obstante, esos esfuerzos se convierten en filantropía porque no podemos ayudar verdaderamente a los demás si no los conocemos, si no sabemos cuáles son sus problemas y realidades. Esta situación sería muy distinta si ambos grupos compartieran la educación y aprendieran a conocerse.
Estoy consciente que la educación es solo uno de los factores que dividen nuestra sociedad, sin embargo, creo que este problema es uno de los principales  fraccionadores de nuestro país.

martes, 31 de mayo de 2011

La pobreza y la marginalidad como “otredad cultural”


La historia de la antropología está compuesta de varios intentos de aclarar, explicar y comprender lo que los seres humanos de antes y ahora fundan por medio de la cultura, con diversos motivos y metodologías dependiendo de la época. Las explicaciones y teorías han variado conforme han cambiado los intereses que les impulsa a su estudio.

Durante el colonialismo, la antropología actuó como ciencia intermediaria entre los nativos y los colonizadores. Promoviendo así, una eficaz dominación por medio del conocimiento que tenía sobre la cotidianidad de los pobladores de las colonias.

Para la primera mitad del siglo XX, la antropología se enfatizaba en investigar las formas de vida de las sociedades no occidentales. Los científicos sociales de esta época intentaban presentar el conocimiento antropológico desde el estudio de los otros (la otredad). Nace entonces un intenso interés por las sociedades “exóticas”, “lejanas”… “primitivas”. Muchos de los autores clásicos de la antropología como Malinowski, Benedict, Mead, Morgan, entre otros, estudiaron a lo largo de sus carreras éstas sociedades y convirtieron al estudio de las mismas en una tradición, haciendo que  nuevos profesionales se centrarán también en conocerlas y analizarlas.

Para la década de los 70s la disciplina sufre un vuelco en las esferas del objeto de estudio.  Al igual que las demás ciencias sociales, entra en un lapso de confusión y desorientación que la coloca en una “situación crítica” por varias razones. Una de ellas es, la cuestionada por los nuevos antropólogos “nativos” del tercer mundo o de aquellos “lugares lejanos” quienes estudiaron en Europa (principalmente) y regresaron a trabajar a sus países de origen. Entonces, ya no era tan defendido aquel principio de la no-pertenencia del antropólogo a la cultura investigada. Por ello, se pierde aquel interés(o tradición) por estudiar lo “exótico”, “primitivo”… Aunado a esto, para la época ya había desaparecido el colonialismo como tal,  haciendo que este objeto de estudio fuese perdiendo utilidad. Como consecuencia, los campos de estudio en la antropología empezaron a ser otros, como las “tribus urbanas” y aquellas sociedades marginadas y pobres. 
Los pobres y los marginados comparten muchos rasgos, como los expone Bauman :

los demás no encuentran razón para que existan, posiblemente imaginen que estarían mejor si ellos no existieran.” (Bauman, 1998: 104) 

Tanto los pobres como las sociedades marginales son considerados por el resto de la sociedad como inútiles, sin ellos los demás viviríamos sin problemas. Debido a que son inútiles, la imagen que se tiene de ellos es dominada por el miedo, así que son peligrosos. Este peligro es variado, va desde la violencia hasta la vergüenza o molestias en el paisaje. (Ídem). Estar al margen de los procesos económicos (pobres), políticos y sociales es estar excluido de la sociedad. Es representar una carga y atraso social, sea pobre o marginado.

Como se mencionó anteriormente, la pobreza y marginalidad empieza a ser un objeto de estudio para los antropólogos luego de la variante que sufre esta ciencia en la segunda mitad del siglo XX. Sin embargo, aunque se cambien los focos de atención, en la antropología persiste el interés por estudiar los grupos de “abajo”, los que de alguna manera son marginados ya sea económica, social o políticamente. Sin importar la época, nos hemos sentimos atraídos por investigar estos grupos sociales.

Personalmente, creo que debe haber un cambio en la estructura. Los antropólogos estudiamos a los seres humanos y a su cultura ¿Por qué se ha excluido el estudio de las élites o el estudio de los ejecutivos o los políticos? Si estos grupos sociales prácticamente controlan la economía, la política e importantes aspectos sociales en las distintas partes del mundo, creo que es relevante estudiar la forma en que se comportan. No quiero decir que estos esfuerzos no se han hecho, pero son casos aislados.

Investigar sobre los sectores de la población marginales, pobres o antiguos es igual de significativo para el conocimiento antropológico que estudiar los “estratos altos” de la sociedad. De esta manera tendremos una visión más amplia de cómo funciona la humanidad.


Bibliografía utilizada:
Bauman Z. (1998) Trabajo, consumismo y nuevos pobres. Barcelona, España. Editorial Gedisa S.A.

miércoles, 23 de febrero de 2011

From di line

 Fotoetnografía

 Siquirres

El Destierro, Pocora 

Puente entre las Mercedes y Pocora 

Antigua estación del ferrocarril, Siquirres 

Puente de El Destierro, Pocora

Puente Mercedes-Pocora

Placa en el Puente Mercedes-Pocora

Peluquería, locales de la antigua estación del ferrocarril, Siquirres

martes, 18 de enero de 2011

Impresiones finales de un viaje


Diarios de campo

¿Qué son los diarios de campos? Para aquellos amigos y lectores que no están familiarizados con el estudio antropológico, quisiera explicar brevemente qué son los diarios de campo. Durante las investigaciones sociales y específicamente en la etnografía, usamos un registro donde expresamos lo que vivimos durante el proceso. No es una técnica estructurada ni se tiene que seguir un orden específico. Por su naturaleza, los datos son subjetivos ya que son básicamente la opinión del investigador sobre lo que está experimentando.

Inicié este Blog con las impresiones de mi llegada a Barcelona. Después de casi cuatro meses me voy, muy agradecida con el lugar y su gente pues ahí fui muy feliz y aprendí mucho. Sin embargo, quisiera irme con una opinión distinta a la que llegue sobre España-Latinoamérica, pero lastimosamente no es así.

Después de un tiempo de estar ahí y con el cariño que le llegué a tener al lugar, quise pensar que no había tanta exclusión, ni racismo, ni xenofobia; que yo simplemente estaba exagerando la situación. Pero hay cosas que no se pueden ocultar, y el trato hacia nosotros los latinoamericanos es de indiscutible inferioridad. No importa si se trata de un presentador de televisión, un profesor universitario, un adolescente o el vecino de la tercera edad. En todos los ámbitos se vive esa constante mirada colonizadora y puedo decir que nunca la había sentido tan fuerte como en este lugar.

Se dice que la historia que se recuerda no se repite (esto con respecto a los errores e injusticias). Muchos países han tomado este pensamiento dentro de su imaginario y lo han implementado en la educación nacional y en la imagen que se proyecta del mismo en el exterior. Dentro de la realidad europea, Alemania es un ejemplo. Después de la Segunda Guerra Mundial, se hizo un esfuerzo para que las generaciones futuras fueran reflexivas de las políticas y acciones injustas que en un momento reinaron en este país. Con esto, trataron de educar una nación más “sana” y por supuesto, que jamás se repitieran las atrocidades. Tal vez España debería tomar esta misma iniciativa. La mayoría de españoles no son conscientes de lo que por cientos de años hizo su país con Latinoamérica, lo que hizo con los pueblos indígenas y lo que esto implicó económicamente para España. Quizás, si se llevaran a cabo ideas de “retomar” la historia de esa manera – sin satanizar al pueblo español- hoy sufriríamos menos discriminación.

Pero, pensandolo bien, puede que yo sea muy ingenua. Tal vez Alemania no es un ejemplo a seguir, sino que poder político del pueblo judío es más fuerte, y por eso han logrado construir cientos de museos del holocausto, establecer educación(casi universal) para evitar el antisemitismismo .... en fin, tanto poder que llegaron a crear un estado judío en una tierra ocupado por otro pueblo, en un país que ya existía. Pero ¿quiénes son los indígenas? ¿Por qué no hay museos del “holocausto” indígena por toda España y Latinoamérica? ¿Será que la sangre indígena vale menos? ¿Por qué la comunidad internacional no ha luchado para que se respeten sus tierras, pero sí pudieron crear un país para los judíos?

De lo anterior inicia mi próxima reflexión: A pesar de todo lo que pueda sentir como inmigrante latinoamericana en España, tengo la opción de volver a mi país. En el momento que no me sienta bien existe un lugar en el mundo donde no me voy a sentir así. Un lugar donde no se me va a negar un trabajo por mi nacionalidad, ni se me va a negar rentar un apartamento ni atenderme en un banco. ¿Pero, qué pasa con las personas que no tienen ese lugar? Esta creo que es la peor de las exclusiones: ser discriminado en su propio país. Vivir sabiendo que no hay un lugar en donde se pueda “sentir seguro” y apoyado por un estado. Esto es lo que viven miles de minorías en latinoamerica, entre ellos por supuestos, los indígenas. Son discriminados por el simple hecho de ser.  Y por esto me siento muy culpable, porque yo soy parte de ese “todo” latinoamericano, soy el fruto de generaciones que los ha ido discriminado por décadas. Que además de matarlos físicamente, se ha matando sus tradiciones, sus idiomas, sus derechos, sus tierras, su estilo de vida… tanto así que se les ha hecho dependientes de la ayuda de otros. 

Creo que no hay nada que pueda hacer yo en el lapso de mi vida que me quite esa culpa. Represento eso aunque lo odie, al igual que los españoles simbolizan para mí la crueldad del colonialismo y todas sus consecuencias. Simbólicamente yo en Latinoamérica soy –inevitablemente- lo que en España aborrecía.


jueves, 13 de enero de 2011

miércoles, 5 de enero de 2011

Barrios y vida gitana




Fotoetnografía
Mercado de la Boquería


Barrio la Mina

                                                             



Plaza Raspall-Grácia