Soy
el producto de una madre costarricense y un padre libanés. Crecí en el campus
de la Universidad EARTH situada en el caribe de Costa Rica, esta es una
comunidad multicultural con personas de toda América Latina y algunos otros
lugares del mundo. Mis amigos de infancia provienen de México, El Salvador,
Nepal, Perú, Honduras, Panamá y Canadá. Crecí comiendo su comida, escuchando su
música y adsorbiendo sus tradiciones y acentos . Podrían calificar mi hogar como un “No lugar” a
pesar de que para mí, mis hermanos y mis vecinos nuestra comunidad es lo más cercano que tuvimos a un
barrio. Sin duda, es una burbuja artificial, lejos de reflejar la realidad de
lo que pasa afuera. Es quizás la realidad que deseáramos en el mundo y
como lo hemos vivido en nuestro “hogar” , pensamos que es posible que el
planeta entero sea así: armonioso, pacífico, limpio, hermosamente verde.
A
la edad de dieciséis, viví junto a mi familia en Beirut; donde
experimenté el complejo contexto étnico y religioso en el cual viven los
libaneses. Fui testigo de una desigualdad económica que me impactó
profundamente. Nunca había visto tanta riqueza y lujo mezclado con tanta
pobreza y marginalización.
Durante
mi estancia en Beirut, solía visitar cada semana los campos de refugiados palestinos
Sabra y Shatila, tristemente célebres por una de las peores masacres del la
década de los ochentas. Asistí como voluntaria para ayudar en la educación de
niños, niñas y algunos adolescentes. Durante ese tiempo pude observar como sobrevivían miserablemente dentro de los campos,
conscientes de sus pocas posibilidades y esperanzas que les tenía (y aun tiene) el futuro. No
importaba que tan inteligentes eran o qué deseaban ser cuando crecieran, no
habían muchas opciones de éxito fuera de los campos. Estaban condenados a
pasar el resto de sus vidas como refugiados.
La
experiencia en el campo de refugiados me hizo cuestionar nuestra sociedad y
contribuyó a determinar mi decisión de estudiar Antropología. ¿Cómo es posible
que comunidades enteras viven desposeídas incluso de sus propias vidas y futuro,
y el resto de nosotros continuamos viviendo totalmente desinteresados?
Cuando regresé a Costa Rica,
ingresé a la Universidad de Costa Rica, donde años después me gradué de Antropología Social.
Quizás el hecho haber crecido en el Caribe me inspiró a estudiar la cultura Afro. Como consecuencia,
hice mi tesis de graduación en la comunidad de Cahuita (un pequeño pueblo
ubicado en la costa caribeña de mi país). La tesis trata sobre un análsis de la realidad
de los jóvenes por medio de la música que escuchan. La
investigación explora las preocupaciones y
expectativas por medio del lenguaje de la música.
Durante mi trabajo de campo, me
di cuenta que los niños del campo de refugiados en Líbano y los jóvenes de
Cahuita tenían mucho en común. Sin duda había marcadas diferencias, como el hecho de que
unos se desenvolvían en un ambiente urbano –los palestinos- y los otros tenían
un estilo de vida costeño y tropical-los cahuitenses- . Además, la religión y el
estilo conservador tiene más protagonismo en los campos de refugiados del Medio Oriente que en el pueblo caribeño asimismo, la diva musical árabe es personificada por
Fairuz , la cual comparte poco con Bob Marley. Sin embargo, ambos comunidades
sufren las mismas dificultades sociales como violencia, pobreza e injusticia.
Así como los campos de
refugiados en Líbano, la población afro caribeña de Costa Rica, ha sido
marginalizada durante décadas. Desde su llegada a Costa Rica, la población afro
descendiente fue forzada a trabajar por una compensación mínima, restringida de
salir de su provincia y sujeta a un racismo institucionalizado.
A pesar de que, los jóvenes palestinos y cahuitenses que conocí son muy talentosos y poseen tradiciones valiosas, carecen de
oportunidades para prosperar. Por diversas razones han sido excluidos del
interés común de sus países, y no han sido integrados al contexto nacional.
Creo firmemente que las
soluciones a este y muchos otros casos similares deben existir y ejecutarse.
Quizás es por el lugar donde crecí o por la profesión que estudié.
Muchas veces nos decimos que
por ser antropólogos no debemos creer que podemos solucionar problemas
sociales. Pero no puedo evitar sentirme frustrada cada vez que estudio una
comunidad y no puedo recomendar una respuesta eficiente para sus problemas. Es
como diagnosticar una enfermedad y decir que interesa encontrar la cura.
¿Por qué como antropologos creemos incorrecto buscar acciones?
Para concluir quisiera citar a
mi profesora de Introducción de
Antropología, pues creo que sus palabras resumen de mejor manera lo que quiero
decir. “Si los científicos sociales, los encargados de estudiar la sociedad y que dependemos de la existencia de los otros
no estamos interesados en ayudar a los otros
¿quién lo va hacer?”