Hace poco tiempo, escuché la frase “yo a usted no me la merezco”. Este
comentario me resultó muy extraño y causó muchas interrogantes. ¿Qué hace a alguien decir algo así?
Dentro de una serie de posibilidades está sin duda, el hecho de que fueran
palabras poco sinceras(muy probable), un autoestima destruido… o una infinidad
de razones.
Pasando a segundo plano resolver el misterio de esa persona
específica, al hablar con mis allegados y al observar mi alrededor, me di
cuenta lo recurrente que se torna esta concepción de merecer o no merecer en nuestra realidad: “Yo me merezco este
trabajo”, “¿por qué me pasa a mí? Yo no me merecía eso.”
Si vamos a entrar en esta lógica, ¿quién en realidad se merece lo
que tiene o vive?
¿Un violador merece morir en la cárcel por sus crímenes, pero
merecía él ser violado a los 5 años?
Sea positivo o negativo, ¿por qué creemos que las situaciones de
la vida se rigen bajo un orden de justicia? Creo que este pensamiento tiene un
bagaje religioso/patriarcal y lo domina uno de los sentimiento menos
funcionales: la culpa.
“La culpa religiosa” es inútil por que no es el resultado de una
acción, es un sentimiento que nos castiga mentalmente por hacer algo que
creemos que esta mal sin embargo, lo hacemos. Peor aún, muchas veces, nos culpamos por vivir
algo que la causa está totalmente fuera de nuestras manos.
Nos sentimos constantemente culpables por lo que vivimos o hacemos
vivir a los demás. Pero ¿qué hacemos con la culpa? Estar consientes de las
consecuencias de nuestros actos es muy diferente a sentirnos culpables.
La responsabilidad de asumir las consecuencias de cada acción
debería ser el sentimiento que rige nuestras vidas, no un sentimiento inútil
que nunca se transforma en hechos.
Vivimos en una sociedad que nos llena de ataduras y no nos deja
vivir con una mente libre. Esto hace que resulte sumamente difícil consolidar
relaciones humanas genuinas y sanas.
Hay sentimientos, corrientes ideológicas y costumbres que influyen
las vivencias y decisiones diarias y no nos damos cuenta que están ahí. Muchas
veces creemos que nos hemos desvinculado de estas pero no es así. Liberar
nuestra mente debe ser un ejercicio constante y la culpa es uno de los mayores
obstáculos.
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